De repente…
Los soles que alumbran los caminos
Se vuelven mustios, del hastío
Alimentos que al alma nunca llegan
Y se quiebran en el pecho malherido
De repente…
La noche se hace eterna, sin auroras
Porque los ojos perdieron todo brillo
No hay estrellas, ausencias, desvaríos
Que realzan los dolores hasta el abismo
De repente…
No te tengo ni me tienes, cruel ausencia,
Y la mítica ciudad, se hace ruinas
En tus brazos se apagaron las memorias
En tu pecho ya no hay pájaros que vuelan
De repente…
Reina el Dios de las cosas sin sentido
Y lo único seguro es que te quiero
Con las alas de la aurora que no llega
Con las ganas de tenerte… y no te tengo.
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